El Halcón Guardián

Esta escultura forjada a mano de un halcón, con las alas extendidas, sirve de majestuoso símbolo de vigilancia y gracia. Montadas sobre un robusto poste de madera, las plumas metálicas del halcón son una cascada de tonos dorados y plateados, cada una de ellas meticulosamente moldeada y colocada para captar la esencia del vuelo. Las garras del ave están elaboradas con notable realismo, agarrando la madera como si se posara observador sobre sus dominios. El juego de la luz sobre el plumaje metálico crea un juego dinámico de sombras y luces que da la ilusión de movimiento a este guardián que, de otro modo, estaría inmóvil. Como pieza de arte público, no sólo decora el espacio que ocupa, sino que lo impregna de un sentido de protección y asombro. Este halcón, congelado en un momento de gloria, invita a los transeúntes a detenerse y reflexionar sobre la belleza del diseño de la naturaleza, interpretado a través de la lente de la artesanía.